miércoles, 18 de agosto de 2010

Ando y endo


A n d o y e n d o
por los irrelevantistas

Un producto no termina en él,
pues también implica lo que se hace a partir de él.”





Planteamiento conceptual

La pieza Ando y endo busca crear una actitud de reflexión con respecto al uso de la imagen y el cuerpo en su relación con la obra de arte. Se pretende lograr una participación activa entre el espectador y la obra, tanto en el fondo como en la forma de la misma, con el fin de hacer efectivos ciertos aspectos detallados más adelante, pues un producto no termina en él, sino que también es lo que se hace a partir de él.

La búsqueda de interacción con la obra de arte se hace en la medida de los posibles, pues en cotidiano la actitud característica en un museo es la de divinizar la obra de arte, por lo que el comportamiento debe ser en consecuencia. Pero la pieza Ando y endo no pretende ser una obra no contemplativa, por lo que al ser entregada, se podrá disponer de ella para los fines que se crea convenientes. La inmortalidad que se busca en una obra de arte, es lograda no mediante protecciones y restauraciones, sino cuando el espectador se vuelve parte, y dispone de ella. Es entonces cuando el producto estira su ahora ambigua y equívoca temporalidad, quedando a merced de quien la tome. En caso de ocurrir lo anterior, una parte importante de la pieza será lograda. En adelante, lo que ocurra será responsabilidad del interlocutor, rompiendo con la tradición en ocasiones cansina y mezquina de actitud de adoración hacia la producción artística. De la misma manera, al tener un producto de distribución gratuita, la producción artística deja de ser una actividad exclusiva, permitiendo una relación más activa con la pieza, y, valga la obviedad, más inclusiva.

Los aspectos principales a considerar serán siguientes:



  • Evolución de la imagen en la Historia del Arte


  • Desobjetualización de la obra de arte


  • Democratización del arte


  • La obra de arte como fetiche


  • Interacción de la pieza con el mundo

Desnudez en el arte.

Arte No-colombino.

La Historia del Arte ha sido testigo de cómo la imagen ha dejado de ser exclusividad del terreno de las artes. En el siglo XVIII, como lo describe Hegel, en Lecciones sobre la estética, el arte se encargó de satisfacer la sensibilidad de los seres humanos, apelando en su mayoría, a la aprobación del gusto del perceptor de la obra de arte. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el término arte, se implementó, entre otras cosas, para la diferenciación de la producción plástica europea-cristiana, de la producción que no se le vinculaba. De esa manera, el término, funcionaba discriminatoriamente, al no denominar como arte lo que se encontraba en un sistema de representación cristiano (o colonizado). La diferencia básica entre el arte europeo occidental (cristiano) y el arte discriminado, era su función. La función superior del arte no-colombino, como menciona Hegel, no era más que el de objetualizar pasiones, para así poder enfrentárseles de manera directa, pero no en forma de deseo, sino de instrucción, es decir que no se saciarán las pasiones sino que se superarán al momento de ser enfrentadas con el objeto que representa cierta pasión. Hegel menciona que el arte es “el primer maestro de los pueblos”, debido a la instrucción a la que se hace referencia.

Otra diferencia de suma importancia entre el arte europeo occidental y el arte no-colombino era la información visual que cada uno de estos podía mostrar, pues en las producciones ajenas al cristianismo, no había restricciones al representar el cuerpo humano al descubierto, cosa que en las obras de arte mediadas por la religión y la corona, no se permitía.

Arte Cristiano.

La restricción de la exhibición del cuerpo humano, derivada de la manera de vivir impuesta por el cristianismo, propone una actitud de evasión y, hasta cierto punto, cobardía hacia el enfrentamiento de las pasiones por medio del conocimiento. Entra en juego la manera de pensar el mundo y de clasificarlo como lo bueno y lo malo, donde el arte ya no hace el papel de instructor sino de educador, pues al no buscar el enfrentamiento directo con las pasiones, intenta acarrear al público a lo bueno, representado como lo bello. Mientras esta manera de pensar el mundo era vigente, el deseo por destapar lo oculto crecía latente, suprimido por el miedo al pecado y a la negación de la trascendencia espiritual, representado por el arte de la época mediante la concepción del Cielo. Fue hasta el Renacimiento cuando dicho sistema de representación fue quebrantado por la inquietud de conocimiento, derivado del deseo hacia lo oculto.

Arte Renacentista.

La convergencia entre la ciencia y el arte caracteriza esta época, pues los avances en los dos ámbitos se apoyaban entre sí. Por un lado, la ciencia descubría la composición del cuerpo humano, además de otras especies, y sus funciones con mayor detalle, lo cual permitía realizar representaciones artísticas más fieles. Esta reciprocidad se debía a que la mayoría de los artistas eran investigadores y científicos, además de que la única manera de documentar los descubrimientos científicos era mediante el arte (el dibujo, la pintura y la escultura). Entonces se puede inferir que la función prioritaria del arte en este momento histórico fue la documentación.

Post-Renacimiento.

Como se menciona anteriormente, en el siglo XVIII, la función del arte es únicamente la satisfacción sensible de los seres humanos, y es debido a que éste ya no se sustenta ni por la ciencia, ni por la religión. El arte se independiza de sus mediadores y se sostiene por sí mismo. El arte por el arte parece funcionar en el entretenimiento, al abrirse los museos al público, tener mayor cobertura y no estar del todo justificado. La estimulación del ánimo, es decir, a transmitir sentimientos fue la función emblemática del arte durante siglos, escudándose en ella para su quehacer.

La independencia del arte, proporcionó una suerte de legitimización a la representación del cuerpo sin ataduras, lo cual, paulatinamente derivó en una división entre la imagen del cuerpo sugiriendo desvelar el misterio que significaba hasta entonces, y la tendencia a mostrarlo de manera obscena. Dicha división, significó a la larga, la diferencia entre el erotismo y la pornografía, siendo la segunda el resultado de mostrar el cuerpo, mientras que la primera se limitaba a sugerirlo. De ahí que no resulte extraño la relación entre la palabra griego mostrare y lo que a la larga se relaciona con lo monstruoso, lo que es deletéreo. De la misma manera, la satisfacción de la sensibilidad de la que habla Hegel, se ve opacada con el acto de mostrar el cuerpo, pues deja de lado el estado latente del deseo, pues el objeto del que era presa, ahora se vuelve algo alcanzable y explotable visualmente hablando, por lo que pierde su halo de misticismo, y se vuelve algo mundano.

Siguiendo la línea de la producción contemporánea, el uso de trípticos, pretende dejar atrás los formatos tradicionales en la producción artística, ironizando el actual uso indiscriminado de la imagen para llevar mensajes a las masas, y confrontando la noción de erotismo con la de pornografía. Y no basta con querer transmitir un mensaje, pues el modo en el que se intenta transmitir pasa a formar parte del mensaje en sí, es por eso que el uso de los trípticos busca crear una puente de comunicación que desde la primer lectura comience a preparar al interlocutor para tener una experiencia multisensorial en la que puede participar.


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Los Irrelevantistas
Isidro Carreño
Danilo Kerenski
Cholula, Puebla
2010